Permanecer aún inmersos en el contexto de la cuarentena y saber que el aislamiento, la distancia, la barrera invisible que hemos creado y que nos ha obligado a cortar los lazos sociales será parte de nuestras vidas, nos está generando un estrés que ya nos resulta difícil manejar, y lo que más nos angustia es la incertidumbre de que este incómodo sueño, que para muchos ya es una pesadilla, no tiene un final a la vista… estamos todos bajo la misma tormenta.
Experimentamos el miedo a la enfermedad en sí porque aún se desconocen varios aspectos sobre ella, miedo a enfermarnos y hasta qué punto nos podría impactar, miedo a que nuestros familiares, amigos y personas cercanas se infecten y cuán vulnerables puedan ser, miedo a que tenemos un sistema de salud con deficiencias severas, de no saber si es que en algún momento que nos contagiemos y nuestra condición se agrave, estarán en capacidad de atendernos y salvarnos la vida.
En resumen, la incertidumbre, el miedo y el cambio nos generan ansiedad, estrés, hastío, inestabilidad emocional, desorientación, factores que suman un gran peso que tenemos que cargar sobre los hombros, considerando además que no todos podemos sostenerlo por el simple hecho de que somos diferentes, no todos procesamos de la misma manera, no reaccionamos igual, no asimilamos igual, ni contamos con los mismos recursos para hacer frente a esta adversidad.
“Hemos entrado a la etapa de resistir.”
Es por esto que nos resulta sumamente importante tratar el tema del bienestar integral de las personas, en cómo el cambio violento sufrido afectará la conducta, las emociones y la forma de pensar.
¿Qué es lo que podemos hacer? Lo mejor es buscar estrategias para atenuar y aliviar esta conmoción emocional:
- Diseña un afrontamiento positivo, reconoce tus emociones y asimila que gracias al esfuerzo personal no sólo cuidas tu vida sino también la de la familia y la de todos los que te rodean; la ayuda y preocupación por los demás desarrollará aún más tu conciencia social.
- Descubre lo positivo de la situación, motívate (y motiva a los demás) a retomar esos proyectos que dejaste pendiente y a hacer cosas nuevas.
- Un día a la vez, céntrate en tus actividades, establece una nueva rutina con horarios donde contemples el trabajo, descanso, entretenimiento y la búsqueda de información, y sobre esto último, quédate con las fuentes formales y evita el exceso, no te satures, esto aplica para todos los medios de comunicación disponibles (televisión, radio y redes sociales).
- Cuida tu alimentación, hazlo sanamente respetando cantidades y horarios.
- Practica la actividad física que más te agrade y puedas realizar sin problema dentro de casa.
- Considera también aquellas actividades que te diviertan, y mejor si participan las personas que con las que convives.
- Exprésate, habla sobre lo que piensas y sientes, esto ayuda mucho a liberar la tensión, alimenta la confianza y facilita el apoyo mutuo.
- Busca un espacio y tiempo para ti mismo en la medida de lo posible.
- Utiliza la tecnología para mantenerte en contacto con las personas que aprecias.
- Materializa la generosidad y empatía con quienes lo necesiten y estés en posibilidades de ayudar, es una medicina para el espíritu.
- Si ya padecías de una dolencia emocional antes de la cuarentena o si crees que el enojo, la frustración y la tristeza se están prolongando mucho, no dudes en contactar a un especialista, sin temor ni vergüenza.
Al final del día todo pasará y nos dejará huellas, quizá algunas más profundas que otras, ya no somos más los mismos de antes, muy probablemente ahora somos mejores, estamos encontrando nuevas maneras de hacer las cosas y cultivando la creatividad, es el momento preciso para entrenar la resiliencia y la capacidad de adaptación a un medio que ya es completamente diferente, ese crecimiento personal nos quedará para nuestro currículo de vida, supervivencia.
Estamos para apoyarnos.
Autor: Jaime Julca Mora
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